BLOQUE IV
110
La lectura de narraciones
Lee en silencio el siguiente texto.
En las montañas del sur, vivía un pobre
campesino; su riqueza única era su casa
y un pequeño campo de labranza.
Este campesino era muy trabajador
y cariñosamente cuidaba su milpa
sembrada de maíz y frijol.
Un día de radiante sol y gran sequía,
encontrábase triste porque no llovía y,
marchitas sus plantas, amenazaban con secarse.
Desde lo alto, lo vieron unas gotas de agua que
formaban parte de unas nubes pasajeras. Una de las gotas le dijo a otra:
—Mira, ese pobre campesino se ve triste porque su siembra muere de sed.
Tengo ganas de ayudarle.
—Muy bueno —dijo la gota vecina—, pero pienso que tú sola no
conseguirás humedecer siquiera una raíz.
—Bueno —replicó la primera gota—, aunque pequeña, intentaré hacerle
algún bien a la milpa. ¡Adiós!
Al instante, se desprendió de la nube, y aún no llegaba a la tierra cuando
su vecina dijo:
—Bueno, yo también te acompaño.
—¡Y yo! ¡Y yo! —gritaron otras.
Al poco rato, cientos y luego miles de gotas caían
sobre el sembradío, produciendo un fenomenal
aguacero.
Las plantitas, ya vigorosas, se irguieron
saludando con agradecimiento a la lluvia.
El campesino, gozoso, recogió una abundante
cosecha y dio gracias también a las benéficas
lluvias.
Una sola gotita decidida logró provocar un
bien; esto confirma que la unión hace la fuerza.
La gotita
de
agua
Versión de Noé Solchaga Zamudio,
Apuntes de literatura
infantil
, México,
SEP
/
DGRI
, 1987, p. 162.