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BLOQUE II
Culturas mesoamericanas
La historia de las culturas mesoamericanas comienza hacia el
año 2 500 a. C. en el periodo Preclásico. Las aldeas más antiguas
se descubrieron en un sitio cercano a La Venta, en el actual esta-
do de Tabasco. Estas pequeñas aldeas se establecieron en zonas
apropiadas para cultivar, y, a medida que fueron creciendo y que
surgieron ciudades cada vez más grandes, las necesidades de la
población aumentaron y el trabajo de las personas se especializó.
La sociedad se organizó en varios grupos: los gobernantes,
que a la vez eran sacerdotes y jefes guerreros; los artesanos y
campesinos, que eran la mayoría de la población y que traba-
jaban la tierra, además de participar en la construcción de las
ciudades y en las guerras como soldados.
Olmeca
Durante el periodo Preclásico se desarrolló la civilización olme-
ca, la cual alcanzó su máximo esplendor del año 1200 a. C. al
400 a. C., aproximadamente. Habitaron en las costas del Golfo
de México, al sureste de lo que actualmente es Veracruz y al occi-
dente de Tabasco.
El estudio de los restos de sus creaciones hace pen-
sar que fue la cultura más influyente en toda Meso-
américa durante este periodo, pues fueron los
primeros que construyeron grandes centros cere-
moniales.
De hecho, hay objetos o rasgos de la cultura
olmeca en distintas zonas; por ejemplo, se han
encontrado imágenes de niños-jaguar representa-
dos en esculturas, pinturas y cerámica en lugares
alejados en toda Mesoamérica.
En sitios que hoy podemos visitar como San
Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes quedan prue-
bas de que los olmecas dominaban las técnicas
de construcción y tenían amplios conocimien-
tos de astronomía. Esto les permitió elaborar
el primer calendario de Mesoamérica que, junto
con la escritura, heredaron a otras culturas que
los perfeccionaron.
Estela con la representación de una deidad-serpiente
y un sacerdote. Cultura olmeca, periodo Preclásico.
Los olmecas trabajaron con maestría
el barro y la piedra. Hacían lo mismo
primorosas miniaturas de jade que
cabezas colosales, de más de dos
metros de altura, esculpidas en rocas
que traían de muy lejos. Esta cabeza
procede de San Lorenzo, en el estado
de Veracruz.