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Reconoces y analizas el género dramático
La leyenda de los volcanes
Había una vez un emperador que
tenía una hija llamada Iztaccíhuatl,
la cual era hermosa y se enamoró
de Popocatépetl, un joven guerrero,
valiente, inteligente y valeroso.
El emperador veía con agrado el
matrimonio de su hija.
Cuando Iztaccíhuatl y Popocatépetl
iban a celebrar su boda, los ejércitos
declararon guerra al imperio.
El emperador reunió a sus guerreros
y confó a Popocatépetl la misión de
dirigirlo en los combates.
Popocatépetl fue a la guerra y tras varios meses de combate logró vencer al enemigo.
Antes de que el emperador supiera de la victoria, unos guerreros envidiosos
informaron que Popocatépetl había muerto en combate.
Iztaccíhuatl escuchó la noticia falsa y lloró amargamente. Dejó de comer y cayó en
un sueño profundo sin que nadie la lograra despertar.
Cuando él regresó victorioso supo lo que había sucedido y buscó a Iztaccíhuatl, la
cargó en sus brazos, tomó una antorcha y salió del palacio. El guerrero Popocatépetl
con su preciosa carga a cuestas caminó días y noches hasta llegar a la cima de
la montaña. Encendió una antorcha cerca de ella, la veló, como si Iztaccíhuatl
durmiera. Popocatépetl se quedó junto a ella, sin moverse, hasta morir.
Ella se convirtió en la “mujer dormida” (Iztaccíhuatl) y él en el cerro que humea
Popocatépetl. Después de varios días, todas las personas del Valle de México
se asombraron al ver dos montañas muy altas que habían surgido de la tierra y
lanzaban llamas hacia el cielo. Se trataba de dos volcanes.
Cuando el emperador los vio dijo a su pueblo: “Iztaccíhuatl y Popocatépetl murieron
de tristeza porque no podían vivir el uno sin el otro. El amor los ha transformado en
volcanes y su corazón fel arderá como una Fama para siempre”.
Fuente:
2010/03/leyendas-mexicanas-prehistoricas.html
consultado el 30 de octubre de 2014.