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II
Así que nuestras decisiones las podemos tomar razonándolas o dejándolas a la
presión social, los deseos de otro, los temores, los miedos, además de los deseos
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tualmente estamos acostumbrados a ver las normas morales y muchas leyes como
restricciones a nuestra libertad.
En pocas palabras, solemos creer que la libertad es estar en condición de hacer
lo que se me pegue la gana, pero detengámonos un momento para analizar su
propuesta. Con frecuencia nos enfrentamos a demasiadas situaciones que no ele-
gimos.
Fíjate bien, piensa: muchísimos de nuestros deseos no son producto de nuestra ra-
zón, sentimos sed, hambre, frío, sueño. Éstas son necesidades a las que tenemos
que hacer caso si lo que queremos es sobrevivir. Visto así, tomar agua no es un acto
libre, en el sentido de que no podemos evitar tomarla, es una necesidad biológica
independiente de nuestra voluntad. Por lo tanto, no somos libres de decidir beber o
no, tenemos que hacerlo.
Sin embargo, nuestro comportamiento no está completamente determinado por ins-
tintos o por necesidades. En eso consiste precisamente nuestra libertad, no en la
posibilidad de hacer lo que se quiera sin restricción alguna.
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tros
deseos, en realidad no estamos ejerciendo la libertad, para cumplir todos los
deseos debemos hacer caso a las imposiciones del mundo; esto es, hacer caso a
exigencias ajenas a la propia voluntad.
Por ejemplo, una persona que considera que su comportamiento debe estar dirigido
a buscar el reconocimiento social por encima de cualquier otra cosa, tendrá una
conducta errática, inconsistente, no coherente. ¿Por qué?, pues porque, de acuerdo
con las circunstancias, tendrá que juntarse con cierto grupo de personas adoptando
sus costumbres y, tal vez, al otro día, tenga que abandonarlo.
Así, sucesivamente,
cada vez que las circunstancias lo obliguen.
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nen
de uno mismo. Es decir, que nuestra voluntad puede estar determinada por sí
misma, sin ser limitada por causas ajenas a ella: puede autodeterminarse.
Por ejemplo, cuando estás decidido a terminar el año escolar, ocurra lo que ocurra,
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contribuir en casa para ayudar a tus padres. La voluntad autónoma, la autodeter-
minación puede ser el arma más poderosa que puedas desarrollar ante las malas
circunstancias, ante la adversidad.
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