Relacionas a la ética con la ciencia y la tecnología
El impacto en las guerras
Es bien conocido el impacto que ha tenido la ciencia y la tecnología en la guerra.
Durante la Segunda Guerra Mundial esta relación llegó a proporciones que sólo en la
imaginación había podido alcanzar. Como bien dice Lifton (2013), lo impresionante
no era tanto la cantidad de muertos por la bomba atómica (alrededor de 1.1 millones
fueron matados en Auschwitz, mientras que en Hiroshima fueron entre 65,000 y
100,000 los que murieron por la bomba atómica y sus efectos radioactivos) sino
la simplicidad e instantaneidad con la que sucedió: un solo avión, una sola bomba
pudieron alcanzar semejantes proporciones. El desarrollo de armas químicas,
usadas en los campos de concentración, ocasionó un gran impacto, ya que crearon
una forma silenciosa de matar, inesperada y sencilla, sin necesidad de que alguien
se manchara de sangre.
Durante la Guerra Fría el terror prevaleció en varios países que pendían de las frágiles
relaciones sostenidas entre Estados Unidos y la Unión Soviética que continuamente
acumulaban armamento nuclear. Las guerras que ocurren hoy en día se mantienen
más limitadas a sus propios contextos (aunque sufran de intervenciones), por lo que
la comunidad en general está más tranquila. Sin embargo, el reforzamiento militar
sigue ocurriendo bajo la excusa de mantener la paz (Lifton, 2013).
El desarrollo de armamento nuclear y químico constituye un aspecto oscuro del
desarrollo científco y tecnológico ya que su uso destruye toda posibilidad de crear
una sociedad de igualdad y libertad. Dichos armamentos simplemente eliminan al
contrincante, sin el mínimo respeto por su autonomía ni concesión a su persona.
Nada más ajeno al ideal ético de la ciencia que pretende encontrar en la otra persona
un igual, un interlocutor que participa en la búsqueda de una realidad más abierta y
sociable para los hombres.
El desarrollo de tecnología suele aumentar en épocas de guerra.
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