62
B
loque
I
Identifcas la Filoso ía como disciplina global
Además, asumían distintas formas según la cultura de que se tratara: en Egipto y
Mesopotamia se adoraban dioses distintos a los de Grecia, ¿cuáles serían los ver-
daderos? ¿cómo saberlo?
Por último, los primeros flósoFos también se daban cuenta de que la prosperidad
material, que en esos tiempos, digámoslo, solía reducirse a tener qué comer y
dónde refugiarse, tampoco garantizaba al hombre su bienestar. ¿No habitaban al
hombre fuerzas, inclinaciones, que muchas veces lo hacían actuar en contra de
su propio interés? Al igual que nosotros, los primeros flósoFos veían todos los días
ejemplos de cómo la ambición, la envidia, la soberbia, la embriaguez, en resumen,
la incapacidad para moderarse,
amenazaban a todos los hombres y mujeres, y
destruían a algunos de ellos, quizás a muchos. Los destruían
desde adentro
, por así
decirlo, además de, por supuesto, confrontarlos entre sí. Así, tenían
claro que los
riesgos
que el hombre encontraba dentro de su propia alma eran tan apremiantes
y potencialmente destructivos como los que podían amenazar su existencia Física,
es decir,
las fuerzas
de la naturaleza fuera de control.
Así, desconfando de los dioses, de la capacidad del hombre para conocer la
vo
-
luntad de éstos
y del reconocimiento de la seriedad de los peligros que acechan a
cada ser humano desde su interior,
nació una nueva perspectiva, expresada por
una nueva pregunta:
¿cómo debo vivir?
En ese momento nació la
Ética.
5. Filosofía política
Anteriormente propusimos defnir al ser humano como el animal racional. Otra vía
para defnirlo, igual o más precisa, es tomar su esencia social como su principal
característica, porque
el hombre es necesariamente un ser social,
es
decir, no
puede ser hombre por sí solo: un ser humano, para serlo de verdad,
requiere
necesariamente la presencia de por lo menos
otro ser humano.
Y esto no sólo
porque obviamente
es imposible para los bebés humanos sobrevivir por sí mismo
durante sus primeros años de vida, sino, además y sobre todo,
porque aunque
todos los seres humanos nacemos con la aptitud natural para pensar y hablar,
ninguno podría
desarrollarla por sí mismo.
¿Cómo llegaríamos a hablar si no tuviéramos alguien de quién aprender las palabras
y cómo utilizarlas, si alguien no nos hablara antes a nosotros, si no tuviéramos a
quién dirigirnos? Y si no pudiéramos hablar, tampoco podríamos pensar.
Recordemos que, según una intuición genial de los primeros flósoFos griegos,
confrmada por la pedagogía moderna,
logos
signifca “palabra”, por una parte, y
“razón”, o “pensamiento”, por otra. Es decir, nuestra capacidad de pensar depende
estrechamente de
nuestra capacidad de hablar y escribir.
Por supuesto, tampoco
el diálogo, que como vimos es la herramienta más poderosa con que cuenta el
pensamiento, es posible a menos que haya por lo menos dos seres humanos.