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Los dos llegaron cojeando: Guy y el
perrito más dócil que había nacido
en el patio. Guy tenía una pierna
vendada y el perrito una de las patitas
envuelta en trapos. Los dos caminaban
a saltos. El perrito gruñía —tal vez
de dolor— y meneaba la cola
—tal vez de agradecimiento.
—Nos caímos, Jacinto.
—Ya lo veo, niño Guy.
—Al perrito se le torció una
patita. Ya se la compuse.
—¿Y tú?
Com
pa
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ris
mo
T x²O: Ermilo Abreu Gómez / I³US²R´CµÓ¶: Anabel Prado ·choa