Daniel tocaba el violín en la calle. Todas las
ventanas se abrían para dejar caer lluvias de
monedas de plata y billetes que Daniel recogía
en su sombrerito de paja, para llevárselo a su
madre. Una señora entusiasmada le arrojó una
vez un anillo, otra un prendedor de oro.
Silvina Ocampo
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