Pensando cómo haría para comerse no
sólo a la niña, sino también a la abuela, el
lobo retó a Caperucita a correr una carrera
hasta la casa de la abuelita. Le dijo que
había dos caminos, uno largo y uno corto.
—Tú toma el camino corto y yo tomaré el
camino largo —le dijo el lobo a Caperucita.
Pero el muy astuto le enseñó los caminos
al revés y Caperucita, sin saberlo, tomó el
camino largo.
Mientras tanto, el lobo se fue a casa de
la abuela. Llamó a la puerta y la anciana
le abrió pensando que era su nieta. Sin
decir una palabra, el lobo se tragó a la
abuela de un bocado. Luego se vistió con
su camisón y gorro de dormir, y se acostó
en la cama.
Cuando Caperucita Roja llegó, le
sorprendió ver la puerta abierta. Saludó,
pero nadie le respondió. Entonces se acercó
más y vio al lobo disfrazado de su abuela.
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