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La princesa y el sapo
La princesa tenía que besar a un sapo para convertirlo en
príncipe y liberarlo del hechizo cruel de una bruja. Él le rogaba
que uniera sus labios a su viscoso hocico, pero ella no estaba
enamorada y se rehusó. La princesa se mudó a la ciudad y el
sapo se quedó triste y solo.
El príncipe pudo haber sufrido un cruel fi nal: ser devorado como
ancas de rana en un restaurante francés o ser diseccionado en la
clase de Biología de alguna escuela. Afortunadamente, no fue así:
el príncipe, bajo la forma de sapo, descubrió que podía cantar
bastante bien. Un conocido representante de ópera lo escuchó
Tiempo de leer
interpretar
O sole mio
, junto a un charco.
Lo contrató y el sapo se volvió un famoso
tenor. Viajó por todo el mundo asombrando
a chicos y grandes. La princesa escuchó
sobre el sapo tenor, fue al teatro a verlo
y lo reconoció. Esta vez se enamoró de
él y aceptó besarlo. El sapo, por fi n, se
transformó en un apuesto príncipe.
Lo único malo fue que le quedó el gusto
de comer moscas. Pero, bueno, nadie es
perfecto.
Vivian Mansour
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