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Don Quijote vivió numerosas aventu-
ras. Y siempre se mantuvo fiel al ideal de
la caballería andante: luchar en favor de la
libertad y contra la injusticia, sin dejarse
acobardar por nada ni por nadie. Él lo dice
con palabras muy hermosas.
“Que el buen caballero andante, aun-
que vea diez gigantes que con las cabezas
no sólo tocan, sino pasan las nubes, y
que a cada uno le sirven de piernas dos
grandísimas torres, y que los brazos se-
mejan árboles (como mástiles) de gruesos
y poderosos navíos, y cada ojo como
una gran rueda de molino y más ardien-
do que un horno de vidrio, no le han de
espantar en manera alguna; antes con
gentil continente y con intrépido cora-
zón los ha de acometer y embestir, y, si
fuere posible, vencerlos y desbaratarlos
en un pequeño instante”.