133
—Vamos a ver al gobernador y le
pedimos una cancha —dijo otro.
—¿Dónde vive? —preguntó Carlitos,
el más chiquito. Los niños se miraron.
Nadie sabía.
—Vamos al concejo municipal que queda cerca.
—Pero hay que ir con la gente del barrio para que nos
escuchen —dijo Camila, que tenía unos grandes ojos tristes.
—Vamos a buscarlos.
Y los niños fueron de casa en casa a pedir a los vecinos
que los acompañaran al concejo municipal.
Pero los vecinos estaban.
..
cocinando,
cosiendo,
arreglando sus casas,
lavando,
trabajando lejos, .
.. ocupados.
Los niños regresaron a la biblioteca. Se
sentaron en las escaleras con las caras tristes.
En eso, apareció el bibliotecario.
—¿Y esas caras de perritos regañados,
a qué se deben?
Los niños le contaron.
—¿Y qué le van a pedir al
concejo?
—Un parque para jugar.
—¿Saben dónde?