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El dragón
Dragones grandes y pequeños, con patas y
alas, con alas pero sin patas y sin alas ni
patas. ¡Ah! pero eso sí, todos mortales, que
arrojaban fuego por la boca quemando bos-
ques y sembradíos, o que envenenaban a la
gente con su apestoso aliento. Los drago-
nes eran guardianes excelentes, por lo que
siempre custodiaban fabulosos tesoros, sin
descuidarse casi ni un instante. Vivían mu-
chísimos años, y si por algún descuido
alguien lograba llevarse una piedra preciosa
o una sola pepita de oro, lo notaban ense-
guida y salían de sus cuevas a perseguir al
ladrón.
Sólo podían ser vencidos por armas
mágicas. Tal vez por eso ninguno de los va-
lerosos caballeros que salieron en su busca
regresó jamás.
Si estás interesado en seres fantásticos, lee
Saci, El diablillo de la selva
.
Un negrito chiquito y con una sola pierna, que fuma pipa, lleva un gorro
rojo y sólo quiere bromear. Encuéntralo en tu Biblioteca Escolar.