3.1 Reconocimiento de la danza con fines rituales y sagrados.
Una de las principales funciones de la danza ha sido la de servir de medio entre el hombre y la
naturaleza, entre el hombre y sus dioses. Desde épocas muy remotas la danza fue utilizada por
los grupos humanos, primero como conjuro mágico y luego como parte del culto en ceremonias
rituales y religiosas. La danza fue empleada por el hombre prehistórico para implorar una buena
caza o una buena cosecha. En diferentes culturas la danza ha sido empleada como plegaria o
ruego, o bien como acción de gracias. Algunos ejemplos son las bailarinas sagradas de la India,
las
rondas solemnes que se bailaban en honor a los dioses en la Grecia helénica, las danzas
en honor al emperador chino.
En todas las culturas encontramos danzas con fines rituales y sagrados, que tienen patrones
estéticos y sociales particulares. Las danzas rituales buscan agradar a alguna divinidad, para
obtener sus favores. Aunque este tipo de danza no tiene una finalidad estética en sí misma,
lograr una “buena danza” es muy importante para que cumpla con sus propósitos. Es por eso
que al observar danzas rituales podemos tener una experiencia de placer o displacer, de agrado
o desagrado, de rechazo o aceptación: una experiencia estética. Además, las danzas rituales
tienen la función de reafirmar los vínculos entre los miembros de la comunidad. En suma, la
danza con fines rituales y sagrados puede producir experiencias estéticas y sociales, pero su
finalidad es complacer a los seres míticos en que cree un grupo humano.
La danza con fines rituales es conservada por una comunidad como parte de su patrimonio y
transmitida por un maestro a los jóvenes. Aunque tiene una coreografía y pasos establecidos,
no cancela la expresión creativa y gusto personal de cada danzante.
Foto: Christa Cowrie, “Contrapunto”, en
La vida de la escena: la escena de la vida. Obra fotográfica
, México,
INBA/CENIDI-Danza, 2005.
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