Sonriendo a veces a la muchacha,
que de la piedra pasa al fogón,
un sabanero de buena facha
casi en cuclillas afila el hacha
sobre una orilla del mollejón.
Por las colinas la luz se pierde
bajo del cielo claro y sin fin;
ahí el ganado las hojas muerde,
y hay en los tallos del pasto verde
escarabajos de oro y carmín.
129