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Ahora bien, no puedes negar el hecho, porque ahí está el vidrio roto. Tampoco
puedes decir que Juanito no lo rompió, porque hay testigos que vieron cuando
él lo hizo. Hasta aquí, el discurso ante la maestra o el maestro sería así:
Maestra: ciertamente Juanito rompió el vidrio, pero él no
tiene por qué reponerlo, pues no lo hizo intencionalmente.
Para probar lo anterior, habrá que razonar entonces otras circunstancias.
El vidrio lo rompió durante el recreo, mientras jugaba a los tazos con otros
compañeros. Jugar a los tazos no está prohibido. Los juegos expresamente
prohibidos durante el recreo en esta escuela son el futbol, para no lastimar
a los transeúntes y precisamente para no romper vidrios. Si los tazos fueran
peligrosos, sin duda la directora los habría prohibido. Cabe pensar también
que si en efecto los tazos no son peligrosos, puesto que así lo consideraron las
personas mayores, entonces el vidrio probablemente ya estaba estrellado, o
tal vez mal colocado, o era de tan mala calidad que incluso un inofensivo tazo
lo rompió. Entonces el discurso podría continuar así:
¡Algo grave ocurre aquí! C
mo es imposible romper un vidrio con
un tazo, o entonces el vidrio ya tenía algún defecto y nadie se
había dado cuenta de eso, o estaba tan mal colocado que bastó
ese pequeño golpe para hacer que se cayera. Pero como no es
conveniente que nos quedemos sin vidrio, Juanito está de acuerdo
en colaborar, junto con sus compañeros que estaban jugando, y
con la escuela, para que se reponga el vidrio.
Así, al ser valiente y ayudar a que se respete la verdad, demuestras que Juanito
es inocente, pero también responsable en su comunidad escolar.
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