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El Porfriato
Se llama así al periodo en que gobernó el general Porfirio Díaz,
quien llegó a la presidencia de la República en 1876, en ese
entonces existía la no reelección. Para poder reelegirse reformó
la Constitución, se convirtió en un dictador y concentró en su
persona todo el poder.
El éxito del gobierno de Díaz se basó en el control de los
gobiernos de los estados; él mismo nombraba a los futuros
gobernadores. Duró en el poder más de 30 años.
Pensaba que para lograr el progreso de México se tenía que
invitar a empresarios extranjeros, es decir, gente con mucho
dinero que viniera a instalar fábricas, a explotar las minas y el
campo. Esta forma de gobierno de Díaz se impuso en nuestro
estado.
Durante el Porfiriato hubo despojos de tierras a campesinos
e indígenas, los gobernantes eran impuestos por Porfirio Díaz,
los hacendados y prefectos políticos cometían abusos contra
la población guerrerense.
En 1901, antes de estallar la Revolución, hubo en Guerrero una
rebelión armada de gran importancia. Ésta se manifestó en
Mochitlán, Quechultenango, Atoyac de Álvarez y Tlalchapa. Fue
encabezada por Rafael del Castillo Calderón y Anselmo Bello.
Los principios de esta insurrección fueron el desconocimiento
del gobierno de Porfirio Díaz, la defensa del voto y el reparto de
tierras a campesinos. Estos reclamos los hacían los peones de
las haciendas de Tepechicotlán, San Miguel y San Sebastián,
de las regiones Centro, Tierra Caliente y Costa Grande.
¿Sabías que…?
El ferrocarril llegó a Iguala,
Guerrero, en 1898.
¿Sabías que…?
El autor de la frase “sufragio efectivo, no reelección” es Porfirio Díaz, surge en el año de 1871
cuando perdió las elecciones en las que compitió como candidato a la presidencia de la
República contra el entonces ocupante del cargo, don Benito Juárez García, criticando lo que
consideraba como una obsesión por el poder del Benemérito. Muchos años después, Francisco I.
Madero utilizó la misma frase, a manera de ironía, para criticar a su autor por cometer los mismos
excesos que él había criticado en su juventud. Dicha frase fue el lema de su campaña y del
movimiento revolucionario mexicano de 1910.
Porfirio Díaz.