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Concluida la dominación militar inició la evangelización.
Desde sus conventos, frailes franciscanos y agustinos
recorrieron territorio aledaño para enseñar la religión católica
a los indígenas. También sacerdotes, que no pertenecían a
una orden religiosa, predicaron en los alrededores de
sus parroquias.
En 1528, los franciscanos llegaron a Tepeapulco, obligaron
a sus habitantes a quemar el templo de Huitzilopochtli y en
su lugar ordenaron construir una iglesia y un convento. Los
agustinos fundaron el Convento de Atotonilco el Grande en
1536.
Los frailes aprendieron náhuatl, otomí y otras lenguas; en 50
años, con mano de obra indígena, construyeron 32 conventos.
Entre los conventos agustinos destacan los de Acatlán, Villa
de Tezontepec, Epazoyucan, Actopan, Ixmiquilpan, Metztitlán,
Molango y Huejutla. De los franciscanos sobresalen los de
Tula, Tepeji del Río, Alfajayucan, Huichapan, Tecozautla,
Zempoala y Tulancingo.
La población pame de la región de Jacala, Pacula y La
Misión, por su característica seminómada, fue dominada
hasta la segunda mitad del siglo
XVIII
, cuando fue sometida
por militares y evangelizada por los franciscanos de Pachuca.
Iglesia y Convento de Tepeapulco.
Evangelización
Iglesia y Convento de Atotonilco el Grande.
Principales pueblos y ciudades durante el Virreinato
Los conventos se fundaron en sitios que ya estaban habitados desde la época prehispánica. Por
ejemplo, los de Tula, Tulancingo, Yahualica, Huejutla, Atitalaquia y Mixquiahuala, donde el clima
y la disponibilidad del agua eran favorables para la agricultura y la ganadería.
Otros pueblos crecieron debido a las congregaciones. A las familias indígenas dispersas se
les forzaba a trasladarse a un lugar que fuera más accesible para los frailes y autoridades
españolas. Así ocurrió en lugares como Apan, Tianguistengo y Tlanchinol.
También se fundaron pueblos en torno a nuevas actividades económicas, principalmente donde
se descubrieron minerales. Se explotó plata en Pachuca, Real del Monte y Atotonilco el Chico,
y plata y plomo en El Cardonal y Zimapán.
Para poder tomar sus propias decisiones, los habitantes de algunas estancias o barrios se
separaron de la cabecera a la que pertenecían, creando así nuevas poblaciones. Eso sucedió
con frecuencia en el siglo
XVIII
; es el caso de muchos pueblos donde habitan los hidalguenses
de hoy como Yolotepec, que se desincorporó de Actopan, y Tepeyahualco, de Otumba.