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En 1857, las medidas del gobierno
habían dividido tanto al país que
una parte se declaró liberal y otra
conservadora. Colima, Guerrero,
Guanajuato, Jalisco, Michoacán,
Oaxaca, Veracruz, Zacatecas y
Querétaro se declararon liberales.
Entonces estalló un conflicto conocido
como guerra de Reforma. Los liberales
defendían las leyes publicadas
por el presidente Benito Juárez y
los conservadores exigían que las
eliminaran para que la situación
siguiera siendo la misma.
Casa de Juárez durante la intervención francesa en
1861, Santiago de Querétaro.
La guerra de Reforma duró
hasta 1861, cuando Juárez entró
triunfalmente a la ciudad de
México. Sin embargo, el gobierno se
encontraba endeudado y suspendió
los pagos que debían hacerse a
algunos países europeos, entre ellos
Francia. Ese país, en 1862, invadió
por segunda vez nuestro territorio,
contando con el apoyo de los
conservadores.
En medio de la guerra, un grupo de
conservadores había viajado a Europa
para convencer a Maximiliano de
Habsburgo de venir a México para
nombrarlo emperador. Maximiliano
llegó a nuestro país en mayo de 1864. Sin
embargo, los conservadores no contaron
con que Maximiliano era, en realidad,
liberal, así que tomó medidas como
mantener la libertad de cultos o libertad
religiosa.
La instalación del imperio obligó a Benito
Juárez a abandonar la capital del país
y marcharse al norte. A su paso por
Querétaro se instaló provisionalmente en
Santiago de Querétaro, pero el avance de
los conservadores lo orilló a huir más al
norte del país.
En 1867, el ejército liberal, también
llamado republicano (pues defendía la
república representada por Juárez), logró
vencer a los conservadores y obligó a
Maximiliano a abandonar la ciudad de
México, como unos años antes lo había
tenido que hacer Juárez. Maximiliano se
marchó hacia Santiago de Querétaro y, al
llegar, ubicó su cuartel en el convento de
la Cruz.
Exconvento de la Cruz.