118
La compañía El Cuyo contaba con una casa principal para
el alojamiento de los empleados y la instalación de las
oficinas administrativas, con 16 grandes salones y una
pequeña iglesia. Los habitantes también podían asistir a los
actos religiosos, así como celebrar ceremonias de bautismo
y casamiento. Para atender las múltiples enfermedades del
trópico, la compañía construyó un hospital con capacidad
para 20 camas, que era atendido por un médico y cuatro
o seis enfermeras. Este servicio era gratuito para los
trabajadores y sus familias.
El progreso también se manifestó en la Compañía
Colonizadora mediante el uso de la vía de ferrocarril
portátil, tipo
decauville
, utilizado para transportar el palo
de tinte desde el monte hasta la playa. Los habitantes de
la costa oriental también salieron del aislamiento en que
estaban por la falta de comunicaciones marítimas, gracias
al servicio de transporte que daba el barco de vapor
Ibero
en los diferentes puertos de esta costa.
Los habitantes de las empresas forestales dedicaban parte
de su tiempo a sembrar maíz y frijol, mientras que otros
se especializaban en labores de herrería y carpintería,
para lo cual había talleres equipados con herramientas.
La introducción de tecnología en el campo hizo que
además de agricultores hubiera mecánicos especializados
en la reparación de las máquinas.
Mientras, la guerra había alterado por completo la vida
cotidiana de los mayas y su organización social. Como
contaban con la Cruz Parlante que les ordenaba cuándo
y cómo atacar a los yucatecos, necesitaban a alguien
que se encargara de que los mandatos de la cruz se
cumplieran. Ésa era la función del Nohoch Tata (
tatich
o
patrón de la cruz), encargado del poder político, religioso
y militar, quien compartía el gobierno con el Tata Polín,
responsable de interpretar y difundir al pueblo los
mensajes de la Cruz Parlante; existía además el Órgano
de la Divina Palabra, autor de la voz de la Cruz.
Luego seguía el Tata Chikiuc, general de máximo rango que
tenía bajo sus órdenes a militares de menor graduación,
como los generales y los comandantes de las compañías,
también llamadas guardias. A su vez, las compañías estaban
integradas por unos 150 hombres cada una.
Ayuntamiento de Santa Cruz
de Bravo.
General Ignacio Bravo, al centro.