Los pueblos prehispánicos heredaron su
forma de vivir en los entornos naturales
en que habitaron. La abundancia de agua
en la región tiene consecuencias diversas;
algunas benéficas para el desarrollo humano,
y otras no. A través de los siglos, los ríos han
sido utilizados como vías de comunicación
y transporte útiles; sólo que al desbordarse
inundan cultivos, áreas de pastoreo, de
vegetación, caminos y viviendas. Para
sobrellevar esta situación, los indígenas
construían sus casas sobre troncos
altos, evitando que el agua las inundara.
Todavía hoy podemos observar en el
estado este tipo de viviendas, conocido
como palafito.
Algunas técnicas de trabajo que se emplean
en la región también son una herencia de los
antepasados prehispánicos, como la forma de
sembrar, pescar, elaborar las artesanías y cuidar
de las aves de corral.
Otra herencia prehispánica, no menos
importante, es el nombre de la entidad:
Tabasco. Así nombraban los indígenas
chontales al río que hoy conocemos
como Grijalva y al señor que los
gobernaba.
Algunas técnicas de siembra
que hoy se utilizan en el
campo tabasqueño son de
origen prehispánico.
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