BLOQUE V
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Cuentan que en un tiempo muy lejano el rey decidió pasear por sus dominios,
que incluían una pequeña aldea en la que vivía un molinero junto con su bella
hija. Al interesarse el rey por ella, el molinero mintió para darse importancia:
“Además de bonita, es capaz de convertir la paja en oro hilándola con una
rueca”. El rey, francamente contento con dicha cualidad de la muchacha, no
lo dudó un instante y la llevó con él a palacio.
Una vez en el castillo, el rey ordenó que condujesen a la hija del molinero
a una habitación repleta de paja, donde había también una rueca: “Tienes
hasta el alba para demostrarme que tu padre decía la verdad y convertir esta
paja en oro. De lo contrario, serás desterrada”.
La pobre niña lloró desconsolada, pero he aquí que apareció un estrafalario
enano que le ofreció hilar la paja en oro a cambio de su collar. La hija del
molinero le entregó la joya y.
.. zis-zas, zis-zas, el enano hilaba la paja que se
iba convirtiendo en oro en las canillas, hasta que no quedó ni una brizna de
paja y la habitación refulgía por el oro.
Cuando el rey vio la proeza, guiado por la avaricia, espetó: “Veremos si
puedes hacer lo mismo en esta habitación”. Y le señaló una estancia más
grande y más repleta de paja que la del día anterior.
La muchacha estaba desesperada, pues creía imposible cumplir la tarea
pero, como el día anterior, apareció el enano saltarín: “¿Qué me das si hilo la
paja para convertirla en oro?”, preguntó, al hacerse visible. “Sólo tengo esta
sortija”, dijo la doncella tendiéndole el anillo. “Empecemos pues”, respondió
el enano. Y zis-zas, zis-zas, toda la paja se convirtió en oro hilado. Pero la
codicia del rey no tenía fin, y cuando comprobó que se habían cumplido sus
órdenes, anunció: “Repetirás la hazaña una vez más, si lo consigues, te haré
mi esposa”. Pues pensaba que, a pesar de ser hija de un molinero, nunca
encontraría mujer con dote mejor. Una noche más lloró la muchacha, y de
nuevo apareció el grotesco enano: “¿Qué me darás a cambio de solucionar tu
problema?”, preguntó, saltando, a la chica. “No tengo más joyas que ofrecerte”,
El enano saltarín
(Rumpelstiltskin)
Leamos cuentos infantiles
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