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Analizas la transición que va de la cosmología medieval
a los problemas de la modernidad
¿Cómo puede ser que todo conocimiento empiece con la experiencia, pero no
provenga de ella? Kant explica que, en realidad, la experiencia ofrece el material
del saber, pero no su forma: la forma la pone el sujeto que conoce. Esta idea es lo
que él mismo denominará una “revolución copernicana”, pues así como antes de
Copérnico se pensaba que el sol giraba alrededor de la Tierra, siendo al revés, antes
de Kant se pensaba que el conocimiento giraba alrededor del objeto conocido; con
Kant, ahora girará en torno del sujeto
cognoscente
.
¿Cómo pone el sujeto la “forma” al conocimiento? Kant empieza con lo más básico
del conocimiento sensible. Para percibir un objeto, debemos hacerlo en el tiempo y
en el espacio. ¿Eso signiFca que las cosas son espacio-temporales? No, dirá Kant,
sólo signiFca que
así es nuestro modo de percibirlas
. Como puedes ver, espacio y
tiempo son moldes en los que el sujeto ordena su experiencia, y, por lo tanto, no son
parte de la misma. Kant les llama “formas puras de la intuición”.
Ahora, a nivel intelectual, también es nuestra mente la que pone forma a los
conocimientos; también hay “moldes” a los cuales se ajusta lo que proviene de la
experiencia, estructuras puras que orientan toda la actividad cognoscitiva del sujeto,
a las cuales Kant les llama (usando un término que proviene de Aristóteles, pero
que evidentemente tiene otro sentido) “categorías del entendimiento”. Así, eso que
Hume criticaba como inexistente o como mera costumbre, Kant lo reubica como
condiciones
irrebasables
del conocimiento intelectual: la de causalidad es una
categoría, la de sustancia también, etcétera. Las categorías sintetizan y ordenan lo
ofrecido por la experiencia, dándole la universalidad y la necesidad que requiere la
ciencia.
Hay, sin embargo, dos costos claros en la solución kantiana. Uno de ellos es que,
si el sujeto pone la forma del conocimiento, ésta no será nunca la de la cosa en
sí misma. Es decir, no conocemos lo que las cosas son en sí (lo que Kant llama
“noúmeno”), sino lo que son para nosotros, los seres racionales, dotados de una
estructura común y Fja de formas de la sensibilidad y categorías del entendimiento,
estructura que es del sujeto y no de la realidad en sí. A esto que conocemos
habiéndolo construido nosotros mismos con las condiciones de nuestra subjetividad
se le llama “fenómenos”. En Kant, en última instancia, conocemos teóricamente las
cosas sólo como fenómenos, nunca como noúmenos.