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Analizas la transición que va de la cosmología medieval
a los problemas de la modernidad
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Nietzsche y el nihilismo
Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) es muy bien conocido por sus posiciones
radicales y su brutal oposición a la tradición cristiana, al racionalismo moderno y
a los valores predominantes en Occidente. El joven lólogo de Röcken admiró en
un inicio profundamente a Schopenhauer, pero después se apartó de él. En buena
medida, porque su pensamiento lo llevó a rechazar los valores de la compasión y
el ascetismo que Schopenhauer defendía. Para Nietzsche, esos valores no eran
sino una mentira largamente sostenida: detrás de ésos y todos los valores morales,
pensaba él, no había más que miedo, orgullo y una cierta mentalidad “de rebaño”
que en algún momento de la Historia, llevó a los débiles y enfermos a confabularse
e inventar una “moral” que hiciera que los fuertes y poderosos se sintieran culpables
y así no los aplastaran. Llamó a este conficto el de una “moral de señores vs. una
moral de esclavos” (¿encuentras todavía el eco hegeliano?). Por eso Nietzsche
reprocha a Sócrates, a Platón y al Cristianismo la sacralización de esa moral “de
esclavos” que él ahora quiere destruir, dando paso a la “transvaloración de todos
los valores “ (poner los valores morales de cabeza, jugar con ellos, construir otros
nuevos y destruirlos de nuevo) y a la llegada del “superhombre” (una nueva especie
de hombre que estaría “más allá del bien y del mal”, que sería capaz de decirle que
“sí” a todo, a la destrucción, el genocidio, a inventarse incluso nuevas jerarquías de
valores, sin culpa, sin una idea de Dios por encima de él, puesto que en esta visión
“Dios ha muerto, nosotros lo matamos”).
Para Nietzsche, incluso la razón y la búsqueda de la verdad son una mentira, pues
detrás de Apolo (el dios griego de la racionalidad, la virtud, la armonía, la claridad,
etc.) está Dionisos (el dios de la embriaguez, la orgía, la pasión); de hecho, Apolo no
sería más que una máscara de Dionisos, uno más de sus juegos de ocultamiento.
Otra de las estrategias nietzscheanas para menoscabar la razón y la trascendencia
es la a rmación de un “eterno retorno”: es decir, la teoría de que este mundo y esta
vida, con cada uno de sus mínimos detalles, se repetirá una y otra vez, in nitamente.
Para NIetzsche, este círculo endemoniado de la existencia era una manera de
convencer a la gente de dejar de vivir pensando en la trascendencia y que a rmen
la vida “en el instinto y el instante”, pensando que se repetirá para siempre y sin
sentido alguno. Por eso Nietzsche es el pensador paradigmático del nihilismo, es
decir,de la postura losó ca y existencial en el que nada tiene sentido. Así,
sólo
queda “inventarse” el sentido, que es lo que haría el superhombre de la profecía de
Nietzsche: jugar con los pedazos.