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Identifcas la Filoso ía como disciplina global
En cuanto a su objeto, simpli cando un poco, podemos decir que la ciencia se
ocupa de todo lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos. Todo lo que
percibimos es materia que cambia y se mueve
en el tiempo y el espacio, y además
presenta una característica importantísima que es la que en la mayoría de los casos
le permite a la ciencia estudiarlo:
se puede medir. En efecto, el método de la ciencia
se sirve intensivamente de las matemáticas en todas sus etapas. En la mayoría de
los casos, para los cientí cos de la naturaleza observar signi ca medir. Las hipóte
-
sis de la ciencia, a su vez, suelen expresarse también en términos de cantidades.
Nos dicen qué tanto varía una cantidad dependiendo cuánto varíe otra con la que
de alguna manera está en relación. Y la experimentación invariablemente se diseña
y presenta sus conclusiones mediante
símbolos matemáticos. Esta descripción es
válida para las ciencias
que estudian el comportamiento de los cuerpos
y la con-
sistencia de la materia: la Física y la Química, respectivamente.
Las consideraciones anteriores
nos permiten establecer otra de las características
que distinguen a la ciencia de la Filosofía: se expresa en un lenguaje compuesto
principalmente de números y conceptos altamente especializados. En la actualidad
no es posible participar en la ciencia sin un dominio importante de las matemáticas.
Hay otra
región
de la realidad cuya comprensión requiere de los esfuerzos coordi-
nados de la ciencia y la Filosofía: el ser humano. Sin duda, hay aspectos de las rea-
lidades humanas que pueden ser medidos, como la edad o el número de personas
que votaron por un partido en unas elecciones, por ejemplo. Pero hay otros, como
los deseos o los sentimientos, que no sólo
son más complicados de medir, sino aun
de de nir, y será siempre más productivo debatirlos y re²exionar sobre ellos
desde
distintas perspectivas.
Además, aun cuando la ciencia se ha acreditado, sin lugar a dudas, como
la
mejor
forma de conocer
la
realidad material, la que percibimos
con los sentidos, su pers-
pectiva básica y su método no le permiten ser de mucho utilidad en dimensiones
que conciernen exclusivamente al hombre,
como el querer y el deber.
Al parecer,
del mismo modo que - según veíamos -
la Filosofía no se siente cómoda frente a
preguntas propias de la perspectiva religiosa, hay preguntas muy importantes para
las que la ciencia sencillamente no puede tener respuesta. Por ejemplo:
¿Qué es
el bien? ¿Cómo debemos convivir? ¿Qué es la belleza? ¿Qué es el conocimiento?
Es importante que aprendamos a valorar los distintos acercamientos a la realidad
y la verdad, y reconocer en qué circunstancias es conveniente recurrir a cada uno.
Tanto una
consideración atenta y rigurosa de la cuestión, como la revisión de la
experiencia de algunos grandes hombres nos conducen a la misma conclusión:
las perspectivas losó ca, cientí ca y religiosa no son mutuamente excluyentes.
Apegarse fanaticamente a una, y considerar a las otras dos como falsas,
terminaría
por empobrecer nuestras mentes, impidiendonos la apreciación, el aprovechamien-
to
y el disfrute de buena parte de nuestro potencial humano, y de nuestra herencia
cultural.