N
ARRADOR
:
Pero llegó la noche, y la cabrita se sintió
triste. Extrañaba al señor Segán, que sonaba su
silbato llamándola.
C
ABRITA
:
(
Asustada
.) Oigo el aullido del lobo…
¿Qué hacer? Si regreso, el seÑor SegÁn me
atarÁ al Árbol. ¡Mejor voy a quedarme!
N
ARRADOR
:
De pronto, la cabrita escuchó
un ruido. Era el lobo, con sus orejas
puntiagudas y su hocico largo. Miraba
a la cabrita y se relamía.
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