Y el perro bajó sus orejas y se
marchó. No tardó mucho y apareció el
gato.
—Ratita, ratita, ¿te quieres casar
conmigo?
La ratita le preguntó:
—¿Y qué me dirás por las noches?
—Miau, miau, miauuu —maulló el
gato con dulzura.
Y la ratita dijo:
—No, no, que me asustarás.
Y el gato se fue a buscar la cena por
otros lados.
La ratita ya estaba cansada cuando
de repente se acercó un ratón.
—Ratita, ratita, ¿te quieres casar
conmigo?
La ratita le preguntó:
—¿Y qué me dirás por las noches?
—Me callaré y me dormiré, y soñaré
contigo.
La ratita, sorprendida con el ratón,
fi nalmente tomó una decisión:
—Pues contigo me casaré.
Versión libre del cuento de Charles Perrault
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