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El campesino dudó por un momento temiendo la reac-
ción del rey si confesaba la verdad. Entonces, armándose de
valor, le contó cómo había decidido esconder a su abuelo por
el amor que le profesaba, así como por los buenos consejos
que siempre le había dado.
El rey frunció el ceño y permaneció callado unos instan-
tes antes de decir nada. De repente, se había dado cuenta de
que él también empezaba a hacerse viejo y de que quería un
yerno que lo quisiera y lo respetara cuando le llegara la hora.
“¿Qué mejor elección”, pensó para sus adentros, “que un hom-
bre que ha arriesgado su propia vida por el amor que siente
hacia su abuelo?”.
—Ahora entiendo —dijo por fin a
la joven pareja— que la sabiduría de la
gente mayor es muy importante.
Entonces el rey dio la orden de que
todos los ancianos que habían tenido
que abandonar el reino regresaran y que
se les tratara con grandes honores. Y así
fue como la sabiduría volvió por fin al
reino y, desde entonces, su gente no ha
dejado de prosperar.
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reyes y enseñanzas, lee
El quinto nombre
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