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El
Periquillo
Periquillo va de una escuela a otra.
Llegado el día, hizo sus pucheritos mi
madre, yo un montón de berrinches,
pero nada valió para que mi padre cam-
biara su decisión; aunque no me gustara,
me mandaron a la escuela.
El maestro era buena gente, pero no
sabía dar clases. No podía mantener la
disciplina. En esos días yo vestía saquito
verde y pantalón amarillo. Esos colores,
y el que mi maestro me llamara Pedrillo,
hicieron que mis amigos me apodaran
Periquillo. Pero como había otro Perico,
una vez que me dio sarna, jugando con mi
apellido me completaron el apodo y
quedé
convertido en el Periquillo Sarniento.
Sarniento
T±x²O: José Joaquín Fernández de Lizardi, adaptación
I³U´²RACµÓ¶: Enrique Torralba
·n día llegó un clérigo para inscribir a un niño en la escuela,
pero cuando vio la mala ortografía de mi maestro le dijo:
—Me llevo a mi sobrino. ·sted tiene buen corazón, pero
para ser un buen maestro hacen falta conocimientos, virtud y
vocación. Y lo único que usted tiene es la virtud.