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SECUENCIA 7
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Artículo de divulgación científica
los mismos dioses, al Creador y al Hacedor de Formas,
al Corazón del Cielo, y al Corazón de la Tierra. Ora-
ban para pedir hijos y luz, ya que aún no existía el sol,
y la tierra estaba oscura y húmeda por las inundacio-
nes, y los humanos no conocían el fuego.
Después de que transcurriera un largo tiempo, los
cuatro hermanos marcharon a Talan-Zuiva, el lugar
de las Siete Cuevas y los Siete Valles. Allí había un
dios para cada clan. El dios del clan de Balam-Quizé
fue llamado Tohil; y la primera dádiva que de él reci-
bieron fue la del fuego. Los hermanos se llevaron cui-
dadosamente la llama; y cuando llegaron las lluvias y
apagaron el fuego, Tohil hizo que brotara otra chispa
de sus zapatos. La buena nueva del fuego se propagó
con rapidez y muchos hombres de otras tribus acu-
dieron a calentarse y a llevarse una tea encendida a
sus hogares.
El sol seguía sin aparecer. Desalentados, se dijeron
que jamás verían el sol desde aquellas tierras que habita-
ban, y se pusieron en camino, hasta llegar a las montañas
de Hacavitz. Mientras quemaban incienso al pie de una
montaña, vieron cómo la Estrella de la Mañana se eleva-
ba lentamente por encima de la cumbre. Poco a poco el
cielo fue iluminándose, hasta que apareció el gran disco
redondo del sol. El mundo se había transformado en un
lugar placentero para los humanos, y los ancestros de la
tribu de los quiché fundaron en aquellas tierras monta-
ñosas su hogar, donde han vivido hasta hoy.
Fuente: Guillermo López (comp.).
El libro de los cuentos del mundo: las
historias y leyendas mágicas que se cuentan todos los días en los cinco
continentes
. México: SEP/Océano, Libros del Rincón, 2003, pp. 69-73.
1. ¿De dónde venimos?
Durante miles de años, los mitos, los cuentos, y las re-
ligiones ofrecieron las únicas respuestas a la pregunta
más importante de todos los tiempos: ¿De dónde ve-
nimos? Hasta principios del siglo XIX, en casi todo el
mundo dominó la idea de que tanto la naturaleza
como las especies vivas fueron creadas. Se pensaba que
los seres vivos fueron creados y existen hoy tal y como
fueron diseñados desde el comienzo. Esta idea del ori-
gen se conoce como creacionismo o fijismo, pues se
basa en la idea de que la vida es fija e inalterable.
Por otro lado, los antiguos sabios griegos habían
planteado ya la idea de que los seres vivos no fueron
creados, sino que evolucionan. Pero no fue sino hasta el
siglo XIX que las ciencias naturales realizaron descubri-
mientos que cuestionaban la concepción fijista y apoya-
ban la idea de la evolución. El hallazgo de
fósiles
de
animales nunca vistos, y las semejanzas entre los orga-
nismos vivos actuales y algunas especies extinguidas,
hacían que los científicos de entonces dudaran de la
concepción fijista.
2. La Teoría de la Evolución de Darwin
Por esos mismos años, un científico inglés, Charles
Darwin (1809-1882), reflexionaba sobre la gran can-
tidad de observaciones que había realizado en los
viajes que hizo por el mundo a bordo del barco Bea-
gle. Lo que observó y anotó en su diario de viaje le
hacía pensar que existían pruebas de que la vida evo-
luciona y que unas especies se originan de otras. Dar-
win publicó sus ideas en un libro llamado
El origen
de las especies
, que se publicó en 1859 y es posible-
mente el libro científico más influyente de todos los
que se han escrito. En este libro, Darwin propuso su
teoría de la evolución, que explicaba cómo y por qué
las especies de plantas y animales cambian tras largos
periodos de tiempo, y cómo surgen nuevas especies.
Darwin y la teoría de la evolución