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Libro para el maestro
ANEXO 2
en un desierto monte,
cuando se parte el sol a otro horizonte?
ROSAURA:
¡Quién ha visto sucesos tan extraños!
Mas si la vista no padece engaños
que hace la fantasía,
a la medrosa luz que aún tiene el día,
me parece que veo
un edificio.
CLARÍN:
O miente mi deseo,
o termino las señas.
ROSAURA:
Rústico nace entre desnudas peñas
un palacio tan breve,
que el sol apenas a mirar se atreve;
con tan rudo artificio
la arquitectura está de su edificio,
que parece, a las plantas
de tantas rocas y de peñas tantas
que al sol tocan la lumbre,
peñasco que ha rodado de la cumbre.
CLARÍN:
Vámonos acercando,
que éste es mucho mirar, señora, cuando
es mejor que la gente
que habita en ella, generosamente
nos admita.
ROSAURA:
La puerta
(mejor diré funesta boca) abierta
está, y desde su centro
nace la noche, pues la engendra dentro.
[Suenan dentro cadenas.]
CLARÍN:
¡Qué es lo que escucho, cielo!
ROSAURA:
Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.
CLARÍN:
Cadenita hay que suena.
Mátenme si no es
galeote
en pena;
bien mi temor lo dice.
SEGISMUNDO:
[Dentro.]
¡Ay, mísero de mí! ¡Ay, infelice!
ROSAURA:
¡Qué triste voz escucho!
Con nuevas penas y tormentos lucho.
CLARÍN:
Yo con nuevos temores.
ROSAURA:
Clarín…
CLARÍN:
Señora…
ROSAURA:
Huyamos los rigores
desta encantada torre.
CLARÍN:
Yo aún no tengo
ánimo para huir, cuando a eso vengo.
ROSAURA:
¿No es breve luz aquella
caduca exhalación, pálida estrella,
que en
trémulos
desmayos,
pulsando ardores y latiendo rayos,
hace más tenebrosa
la obscura habitación con luz dudosa?
Sí, pues a sus reflejos
puedo determinar, aunque de lejos,
una prisión obscura,
que es de un vivo cadáver sepultura,
y porque más me asombre,
en el traje de fiera yace un hombre
de prisiones cargado
y sólo de la luz acompañado.
Pues huir no podemos,
desde aquí sus desdichas escuchemos;
sepamos lo que dice.
trémulos:
temblorosos.
galeote:
hombre que remaba
forzado en las galeras.