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Libro para el maestro
A N E X O 2
ESCENA III
CLOTALDO:
[Dentro.]
Guardas desta torre
que, dormidas o cobardes,
disteis paso a dos personas
que han quebrantado la cárcel…
ROSAURA:
Nueva confusión padezco.
SEGISMUNDO:
Éste es Clotaldo, mi alcaide.
¿Aún no acaban mis desdichas?
CLOTALDO:
[Dentro.]
Acudid, y vigilantes,
sin que puedan defenderse,
o prendeldes o matadles.
TODOS:
[Dentro.]
¡Traición!
CLARÍN:
Guardas desta torre,
que entrar aquí nos dejasteis,
pues que nos dais a escoger,
el prendernos es más fácil.
[Sale CLOTALDO con escopeta,
y SOLDADOS, todos con los rostros cubiertos]
CLOTALDO:
[Aparte a los soldados al salir.]
Todos os cubrid los rostros,
que es diligencia importante
mientras estamos aquí
que no nos conozca nadie.
CLARÍN:
¿Enmascaraditos hay?
CLOTALDO:
¡Oh, vosotros que, ignorantes,
de aqueste vedado sitio
coto y término pasasteis
contra el decreto del Rey,
que manda que no ose nadie
examinar el prodigio
que entre estos peñascos yace!
Rendid las armas y vidas,
o aquesta pistola, áspid
de metal, escupirá
el veneno penetrante
de dos balas, cuyo fuego
será escándalo del aire.
SEGISMUNDO:
Primero, tirano dueño,
que los ofendas y agravies,
será mi vida despojo
destos lazos miserables,
pues en ellos, ¡vive Dios!,
tengo de despedazarme
con las manos, con los dientes,
entre aquestas peñas, antes
que su desdicha consienta
y que llore sus ultrajes.
CLOTALDO:
Si sabes que tus desdichas,
Segismundo, son tan grandes,
que antes de nacer moriste,
por ley del cielo; si sabes
que aquestas prisiones son
de tus furias arrogantes
un freno que las detenga
y una rienda que las pare
¿por qué blasonas? La puerta
[A los soldados.]
cerrad desa estrecha cárcel;
escondedle en ella.
SEGISMUNDO:
¡Ah cielos,
qué bien hacéis en quitarme
la libertad! Porque fuera
contra vosotros gigante,
que, para quebrar al sol
esos vidrios y cristales,
sobre cimientos de piedra
pusiera montes de jaspe.
CLOTALDO:
Quizá, porque no los pongas,
hoy padeces tantos males.
[Llévanse algunos soldados a SEGISMUNDO,
y enciérrele en su prisión.]