Los procedimientos mecánicos y magnéticos siguieron perfeccionándose hasta llegar al
disco de vinilo de 16, 33 y 45 revoluciones por minuto, que se ha mantenido vigente por
varias décadas, hasta la reciente aparición del disco compacto.
Mientras los discos de vinilo (o acetato) y su reproductor (el tocadiscos) están en su apogeo,
en la década de los años 60 se empieza a desarrollar el cassette compacto, también
conocido como casete, caset, casete de audio o audiocaset. Es un formato de grabación de
sonido en una cinta magnética. El casete consiste en dos pequeños carretes entre los cuales
se pasa la cinta magnética. El casete tuvo mucho éxito y su popularidad creció aún más
cuando en 1980 se crean los reproductores de casetes portátiles, o grabadoras portátiles.
Hacia finales de los años 70, se desarrolla una nueva forma de grabar sonido que es el disco
compacto o CD. El CD es un soporte digital que se usa para almacenar cualquier tipo de
información (audio, video, documentos). Esta nueva forma de grabación recibe el nombre de
digital,
pues la información sonora que se almacena en el disco no proviene de un impulso
mecánico, sino de sonido transformado en series de 0 y 1.
Surgen así dos formas principales de referirnos a la grabación del sonido: analógica y digital.
La grabación analógica se llama así porque las señales que se graban son “análogas” es
decir, semejantes, a las de la fuente original. Es decir, si pudiéramos ver la onda sonora,
sería igual al surco que se graba. Por el contrario, en la grabación digital la onda sonora es
transformada en una sucesión de ceros y unos, que nada tiene que ver con la señal original.
Para reproducir las señales que se han grabado en un CD se usa un rayo láser, que “lee” la
información desde el centro del disco hasta la periferia; la transmite a un dispositivo
analógico y de aquí a los altavoces, que son los encargados de transmitir las vibraciones al
aire.
Existen reproductores de CD de todos tamaños, caseros y también portátiles. También las
computadoras reproducen CD, por lo que podemos escuchar cualquier disco de música en
una computadora. Pero, para escuchar música, la computadora es aún más útil cuando es
un recurso para acceder al Internet, pues el Internet nos permite escuchar miles de obras
musicales, de todos los géneros, de diversas épocas y de cualquier parte del mundo.
La posibilidad de grabar y reproducir la música ha transformado drásticamente la forma como
nos relacionamos con la música. Durante muchos siglos, la única manera de escuchar
música era presenciándola en vivo. Como oyentes, era necesario acudir a donde se
representaba música para poder escucharla; pero también los grandes compositores como
Bach, Mozart, Beethoven, sólo podían escuchar la música de sus contemporáneos si se
desplazaban enormes distancias para asistir a donde se interpretaban las obras.
Ahora, gracias a la tecnología, podemos escuchar música no sólo cuando queremos, sino
también la que queremos. Tenemos ahora la posibilidad de elegir qué música queremos
escuchar, cuándo la queremos escuchar y con quién (solos o acompañados). Cuando
comenzó a surgir la comercialización de la música, hubo quienes se preocuparon porque la
asistencia a los conciertos disminuiría (tanto en música culta como en popular); sin embargo,
la comercialización ha ayudado a que la música se conozca más y a que el público esté más
interesado por asistir a un concierto, pues ya se ha familiarizado con la música previamente.
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