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La Cigarra se encontró sin alimento cuando
comenzó a soplar el cierzo. Temblaba de frío
y no sabía qué haría para sobrevivir hasta
que regresara el calor.
Entonces, se acordó de que la Hormiga tenía
mucha comida y fue a llamar a su puerta:
—Hormiguita, ábreme, sé que tienes
provisiones de sobra. Préstame algo para
que pueda sobrevivir este invierno. Te lo
devolveré en cuanto pueda.