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La Hormiga se negó a hacer el papel
de prestamista:
—Querida Cigarra, no puedo darte
lo que conseguí con tanto esfuerzo.
Trabajé todo el verano para juntar
comida suficiente. ¿Tú qué estuviste
haciendo todo este tiempo?
—Eso ya lo sabes —respondió apenada
la Cigarra—. Me dediqué a cantar sin
cesar.
—¿Ah, sí? Pues ahora puedes dedicarte
a bailar hasta que llegue el verano —dijo
la Hormiga con tono de burla, cerrando
la puerta bruscamente.
Por eso es importante recordar que no
debemos ser holgazanes como la Cigarra,
pero tampoco debemos burlarnos de las
personas, como la Hormiga.
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