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—¡Igual me pasaría a mí! —dijo el marido.
En ese instante apareció frente a ellos
una mujer muy bella, que les dijo lo
siguiente:
—Soy un hada y prometo concederles
las tres primeras cosas que me pidan.
Pero, tengan cuidado, porque después
de haber pedido esos tres deseos, no les
concederé nada más.
El hada desapareció y los dos quedaron
sumidos en un mar de dudas.
—No voy a formular ningún deseo todavía
—dijo la mujer—, aunque tengo muy claro
lo que pediría: para mí no hay nada mejor
que ser bella, rica y distinguida.