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Todos estos acontecimientos beneficiaron a los
sanjuanistas, que inmediatamente propusieron
a las personas formar parte de la diputación
local y de los ayuntamientos.
Los rutineros no se cruzaron de brazos y
fundaron su periódico
El Sabatino
para atacar
a los sanjuanistas, diciendo que éstos sólo
querían utilizar a los indígenas como fuerza
en las elecciones. Los diputados yucatecos
solicitaron ante las Cortes de Cádiz abrir un
consulado de comercio en la península, lo cual
fue bien visto por los campechanos.
Sin embargo, pidieron la sede del consulado
en Mérida. Entre esta ciudad y Campeche
empezaron a darse mutuas críticas, con el
fin de debilitar los argumentos que cada una
presentaba para obtener el control del deseado
consulado.
Uno de los diputados a las Cortes,
Miguel González Lastiri, sacerdote campechano,
propuso conciliatoriamente que los principales
cargos del proyecto se repartieran entre una
y otra ciudades, lo cual fue aceptado por las
autoridades de la península y las españolas,
uniendo a Campeche con Mérida. Sin embargo,
las Cortes fallaron en contra del establecimiento
del consulado, negativa que el proyecto recibía
por cuarta vez.
En 1814 se anuló la Constitución de Cádiz y las leyes
y los reglamentos que de ella hubiesen emanado.
Se desbarataron los planes de los sanjuanistas y la
gente los abandonó; los rutineros se impusieron
y los indígenas de nuevo tuvieron que pagar
tributo y continuaron siendo servidumbre de los
españoles.
El gobernador de Yucatán, Manuel Artazo y Torre
de Mer, se apresuró a dar a conocer el 25 de
julio de 1814 los decretos reales que daban por
concluido el periodo constitucional de las Cortes, con
gran alegría para los rutineros. Se encarceló a los
principales sanjuanistas y se ordenó la quema
pública de sus periódicos. Una vez más iniciaron
las gestiones para abrir un consulado de comercio,
pero nuevamente el rey se negó.
Juramento de los diputados en las cortes de Cádiz en 1810
(1863), José María Casado del Alisal.