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Analizas los fundamentos de la racionalidad humana
en el contexto del pensamiento clásico griego
Heráclito y Demócrito
Las ideas de Parménides enFrentaron a los flósoFos con un problema. Porque si
de
acuerdo con su teoría los sentidos nos engañan, y nada de lo que percibimos a través de
ellos es, ¿entonces cómo debemos considerar todo lo que existe a nuestro alrededor?
¿No podemos conocer ni decir nada sobre ello?
Una de las tradiciones más arraigadas entre los historiadores de la Filosofía es
considerar a Heráclito (nacido en la ciudad de Éfeso, aproximadamente en el año
504 a.C.) como el rival intelectual de Parménides. Y es que, en efecto, mientras que
Parménides decía: “Nada de lo que
es
puede cambiar”, Heráclito se hizo famoso por
decir “todo, absolutamente todo, cambia”. De él es también la célebre observación de
que, estrictamente hablando, nadie puede bañarse en el mismo río dos veces, porque
en cada baño, tanto uno mismo como el río ya son distintos a lo que eran
cuando tuvo
lugar el baño anterior…
Pero en realidad, una lectura atenta de lo poco, muy poco, que se conserva de lo que
Heráclito escribió revela que su postura
no estaba tan alejada de la de Parménides.
Porque para él, en efecto, todo lo que percibimos por los sentidos cambia, pero nada
de todo eso es la verdadera naturaleza. Recordemos que el gran descubrimiento de los
primeros flósoFos Fue precisamente la idea de
naturaleza
: una realidad que abarca todo
lo que existe, y fuera de la cual no hay nada.
Ahora, según Heráclito ninguna de las cosas particulares que podemos percibir, esta
pared, este libro, esta silla, esta nube, este árbol, nos revelan lo que es la
naturaleza,
esa realidad primordial, que en su pensamiento
corresponde a ese
ser
inmóvil e
inalterable, incapaz de cambiar, propuesto por Parménides.
De hecho, la otra frase por
la que Heráclito es famoso, algo más poética, es: a la naturaleza le gusta esconderse,
ocultarse tras un velo.
Y de manera similar a Parménides, nos dice que sólo podremos
“develar” la naturaleza, es decir, quitarle el velo con el que se cubre, y
des-cubrir
su
verdad, utilizando nuestra razón. Quizás a nosotros nos parezca algo extraña esta idea
de que la verdad profunda de las cosas de la naturaleza sea una especie de “misterio”
que debemos resolver. Si se le toma textualmente, la idea tiene una clara afnidad con
las ideas y las prácticas asociadas a algunos de los primeros procedimientos
por los
que el ser humano ha tratado de averiguar la verdad profunda de las cosas, como
la adivinación, que gozaban aun de una gran vigencia en los tiempos de Heráclito y
Parménides.
Pero si ampliamos nuestra perspectiva, veremos que en realidad esta idea está
íntimamente relacionada con la noción fundamental desde la que se construirá
aproximadamente dos mil años después el método científco. Podemos verlo
con toda
claridad en las ideas básicas de, nada más ni nada menos,
Galileo Galilei (1564-1642),
considerado por muchos como el padre de la ciencia moderna.