34
B
loque
I
Identifcas la Filoso ía como disciplina global
Y, algo de la máxima importancia,
el logos es lo que permite la comunicación entre
nosotros, lo que garantiza que estemos hablando de “ la misma cosa”, y por lo tanto,
lo que nos permite dialogar y llegar a acuerdos. Es aquello
que hay en las cosas
que todos podemos reconocer, y que permite a los hombres convencerse unos a
otros. Se parece mucho a lo que acostumbramos llamar “verdad”. De la palabra
griega
logos
proviene nuestra palabra lógica, de la que hablaremos más adelante.
Logos
también
aparece como posfjo en muchos de los nombres de nuestras
disci-
plinas
científcas:
Geología, Psicología
o
Sociología,
por mencionar algunos ejem-
plos. En estos casos, denota los esfuerzos por conocer todo lo relativo a la tierra,
(en el caso de la Geología), el alma (en el caso de la Psicología) y de la sociedad
(en el caso de la Sociología). El
logos
es lo que entendemos en las palabras que
escuchamos, es la verdad de las palabras. De un enunciado sin hilación, en el que
sólo fueran agregadas palabras al azar, del que no entendiéramos nada, diríamos
que es ilógico, que no tiene lógica. Que carece de
logos.
En contraste, el pensamiento mítico insistía en que las cosas eran lo que los dioses
habían decidido que fueran. Por eso bastaba con conocer los mitos para “explicar-
las”. Más aun, como veíamos, desde la perspectiva mítica no existe una realidad -
una
physis
o naturaleza -
que sea considerada como objeto de estudio.
La Filosofía
marcó un cambio no sólo de creencias, sino de actitud general ante la realidad. Por
primera vez, el hombre confó en que podía conocer, en el sentido en que lo en
-
tendemos aun hoy, y lo más importante, quiso hacerlo. La ciencia, como veremos,
también recibió su impulso inicial de esta gran transformación cultural.
Los primeros flósoFos valoraron como nada este
logos
, y lo opusieron a los mitos,
como ya vimos, pero también a la opinión común, o
doxa
. La
doxa
era ese conglo-
merado de ideas compartidas por la comunidad, pero que nunca habían mostrado
su verdad. Las palabras de la
doxa
, a diferencia de las del logos, eran palabras sin
verdad probada, y por ello, posiblemente equivocadas. Los primeros flósoFos sos
-
tuvieron que
las opiniones debían ser evaluadas para determinar que eran verda-
deras, esto es, tenían que pasar la prueba de la crítica de la razón para que fueran
dignas de crédito.
Si lo pensamos bien, en nuestros días aun sostenemos muchas opiniones sin tener
ninguna prueba de su verdad. Algunas de estas opiniones son sin duda inofensivas,
pero otras pueden representar serios riesgos para nosotros mismos, como muchas
ideas erróneas que solemos tener acerca de la alimentación, por ejemplo. Pero las
opiniones más dañinas para la comunidad - y no olvidemos que todos somos parte
de ella - son las que afrman la inFerioridad o la perversidad de algún grupo social
específco. Este tipo de ideas se llaman, acertadamente,
prejuicios
(es decir: juicios
que hacemos antes de entrar en contacto con la realidad a la que se referen, y
que
por lo tanto carecen de fundamento), e históricamente han afectado a las personas
que son diferentes de la mayoría de la gente de las sociedades en que habitan.