Anteriormente, hemos visto algunos ejercicios de relajación, respiración y vocalización. Estos
siguen siendo útiles pues, como dijimos, el objetivo de la técnica vocal no es sólo el conocer
un ejercicio sino el repetirlo, practicarlo constantemente.
A continuación te recomendamos una nueva serie de ejercicios. En el salón de clase, todo el
grupo puede realizar tanto los ejercicios de relajación como los de respiración y vocalización.
También puedes realizarlos en casa. Recuerda que puedes seguir usando los ejercicios
anteriores, que ya conoces, y también los que se proponen en los materiales sugeridos.
Ejercicios de relajación
La relajación es indispensable para obtener la voz deseada. En todas las actividades que
realizamos, tendemos a tensarnos por diferentes razones que van desde la falta de
confianza en nosotros mismos hasta la presión ejercida por una calificación o por un público
que nos está escuchando. Contraer nuestro cuerpo es una reacción natural ante una
situación insegura pero nos aleja de obtener los resultados deseados. Una posición cómoda
y correcta, tanto de todo nuestro cuerpo como de las partes que intervienen en la formación
de la voz, nos permite aprovechar al máximo todas sus posibilidades.
Contraer y relajar.
Colocarse de pie. Para iniciar estos ejercicios la posición correcta es con
el cuerpo derecho, los pies juntos, la cabeza recta, las manos y brazos sueltos a ambos
lados del cuerpo.
Enfocar la atención en los dedos de ambos pies, contraerlos, apretarlos
con mucha fuerza mientras contamos hasta ocho y luego soltarlos. Ahora la atención se
dirige a las pantorrillas: apretarlas, tensar los músculos por ocho segundos y luego soltar,
relajar repentinamente. Continuar con los muslos: tensar con la mayor fuerza posible
concentrando toda la tensión en los muslos (cuidando que la cara y el resto del cuerpo se
mantengan relajados) y después de ocho tiempos soltar, sentir la relajación. Ahora vamos
con el abdomen: hundirlo, meter el estómago como si quisiéramos que el ombligo tocara
nuestra espalda; contar ocho tiempos y relajar. Hacemos el mismo ejercicio con los dedos de
las manos: apretamos con fuerza, cerrando el puño, procurando que la tensión se concentre
sólo en las manos, que brazos y hombros se mantengan relajados; soltar los dedos y
moverlos ligeramente. Tensar ahora los brazos, contraer los bíceps, haciendo una fuerza
interna, mantener la tensión por ocho tiempos y relajar, soltar los brazos para que caigan
libremente a los lados del cuerpo. Ahora la atención va sobre cuello y hombros: levantar
ambos hombros, tocando el cuello, y tensar por ocho tiempos; soltar y dejar caer los
hombros sin esfuerzo. Por último, haremos tensión sobre los músculos de la cara, apretando
los ojos, cerrándolos con fuerza, al mismo tiempo que apretamos la boca haciéndola lo más
pequeña posible; después de ocho tiempos, relajar, abrir los ojos, soltar los labios y
concentrarse en sentir la flacidez de los músculos.
Al tensar una parte del cuerpo debe tenerse cuidado de no tensar ninguna otra, concentrarse
en una sola parte que está acumulando todas nuestras fuerzas, aislarla del resto del cuerpo
y al mismo tiempo, relajar las otras partes. Los hombros y el cuello, en particular, suelen
tensarse involuntariamente por lo que hay que prestar atención a que estén relajados
mientras se practican los diferentes ejercicios en los que no están involucrados.
Se pueden realizar variantes a estos ejercicios de contraer y relajar, como iniciar en sentido
contrario: en lugar de comenzar por la parte más baja del cuerpo e ir subiendo, iniciar por la
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