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Sin embargo, las bondades de la música no se limitan al desarrollo de habilidades; la música
se disfruta, nos hace sentir, nos mueve, exalta nuestras emociones individuales y también
las colectivas, al coordinar los sentimientos de un grupo. A través de la música nos
expresamos, nos comunicamos y relacionamos armónicamente con los demás.
Desde tiempos antiguos, como en la Grecia de los filósofos Sócrates y Platón, a la música se
le consideraba como “la armonización de los opuestos”, “el balance entre las cosas de la
naturaleza”, “la fuerza que rige las leyes del universo” o “la base del equilibrio en la
naturaleza humana”. Aún sin los hallazgos científicos de los que ahora gozamos, la plenitud
que la música aporta a nuestra vida ha sido reconocida siempre.
Podemos ser oyentes, escuchar música, disfrutarla y dejarnos transformar por ella. Pero si la
practicamos, si somos intérpretes, podremos adentrarnos en todos sus secretos
e incluirla
como una parte fundamental de nuestra vida cotidiana. Por
interpretación
entendemos la
ejecución, el acto de representar la música, ya sea cantando o con instrumentos.
La música es un arte que, para que se mantenga vivo, necesita ser interpretado. El intérprete
sigue las intenciones del compositor ya sea a través de la notación musical; o a través de la
imitación, en el caso de la música que se aprende por transmisión oral. El intérprete es fiel al
compositor, pero en su recreación de la obra musical necesariamente imprime su propia
personalidad, de ahí el nombre “intérprete”.
Cuánto agrega de su propia personalidad es
una cuestión delicada: apegarse absolutamente a las notas escritas o a la versión conocida,
repitiendo en forma idéntica, es tan malo como desviarse demasiado de ellas. Lo que le
queda al intérprete para poder caer en el justo medio, en el equilibrio, es el conocimiento de
la obra y del compositor, comprender sus características y su contexto.
La flauta dulce es un instrumento excelente para adentrarse en la interpretación musical, ya
que su sonido es agradable y versátil (se puede usar para cualquier tipo de música y
combina bien con cualquier otro instrumento), es un instrumento melódico (emite tonos
diferentes, puede hacer melodías) y es fácil de transportar. Si ya la tocas, utilízala para las
siguientes recomendaciones y actividades. Si no cuentas con una flauta, cualquier otro
instrumento es válido: teclado, acordeón, guitarra, marimba, trompeta, instrumentos de
percusión u otros instrumentos que existan en tu comunidad. Cada instrumento musical tiene
características diferentes, distintas posibilidades sonoras y distintas maneras de tocarse.
Cada uno posee su propia técnica, pero hay ciertos elementos generales que pueden
aplicarse a la interpretación de cualquier instrumento. A continuación presentamos los
fundamentos que deben estar presentes para que te desarrolles como intérprete, amplíes tu
repertorio, mejores tu técnica, aumentes tu expresividad y cultives el buen gusto musical.
a)
Constancia
. Antes que nada debes ser constante. La práctica hace al maestro. Si bien en
la música es muy común distinguir entre quien tiene talento y quien carece de él, la
experiencia de grandes músicos pedagogos (Dalcroze, Susuki, Kodály, César Tort) ha
demostrado que esta apreciación es un principio erróneo y que la práctica constante supera
al talento innato. Los hábitos tienen un efecto poderoso: al principio necesitamos de todo
nuestro esfuerzo consciente para dedicarnos, pero al cabo de un corto tiempo, el hábito toma
su propia fuerza, y es el mismo hábito el que nos llama a continuar y nos hace sentir una
ausencia cuando no lo ejercitamos. Debemos crear un hábito de estudio, de práctica
instrumental. Un tiempo razonable es entre media y una hora diaria, tomando en cuenta que
es mucho más efectivo de esta manera, dosificado, que tres horas seguidas un día a la
semana.
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